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Graciela Iturbide: el lenguaje fotográfico

Se ha dicho que «el analfabeto del futuro no será aquel que no conozca, por cierto, las letras, sino quien no conozca la fotografía». Pero, ¿no hay que considerar del mismo modo analfabeto al fotógrafo incapaz de leernos sus propias imágenes? Walter Benjamin, Pequeña historia de la fotografía, Obras II, 1, p. 403
Podríamos afirmar que, en la actualidad, existe un uso vulgar de la cámara. Capturar la realidad desde el lente, sin visión y sin cultura sobre la imagen, desde un celular cualquiera, es meramente una blasfemia. Por ello, recordar cuál es la labor estética y política del quehacer fotográfico se vuelve fundamental. La muestra fotográfica que Fomento de Cultura Citibanamex, compiló, editó y curó en el Teatro Iturbide, titulada Cuando habla la luz, de la artista Graciela Iturbide, no hace sino convocar ese espacio en el que la fotografía contiene, aún, una significación más allá de la banalidad del instante que retrata hoy la fotografía popular. Antes de la existencia de la fotografía, la realidad hasta la fecha se reflejaba en color, pues la pintura era la única dialéctica con el pasado, era el recuerdo, la crítica y el todo. De pronto, otro lenguaje surge para esculpir la realidad, de forma fiel al original, en blanco y negro, como una realidad desdibujada, pero que no tardará en perfeccionarse para definir su propia estética. La fotografía, desde su nacimiento como técnica, siempre ha sido enigmática y subversiva. ¿Por qué? Porque siempre ha gozado de la habilidad por excelencia de poder detener el tiempo, retenerlo en cuanto imagen, captar un instante y entregarlo a la eternidad de lo vivido, ¿de qué modo lo logra? Captando la luz del objeto, usando esa luz para sustituir el paso del tiempo y atrapar consigo el instante mismo. Eso es lo que encontramos en la fotografía de Graciela Iturbide, en cada imagen, lo que ella deja hablar y hace hablar es, sin más, el tiempo. Por ello, recorrer con la vista sus imágenes es conocer la temporalidad misma de nuestro país y su ritmo histórico. La muestra contiene 270 fotografías de Graciela Iturbide, puestas en escenas distintas que siguen una línea temática, según explicó el curador Juan Rafael Coronel Rivera: “Traté de hacer un acomodo arquetípico de la obra de Graciela, siempre con su consentimiento y con la aprobación de su propia obra.” Aun cuando las fotografías no estén colocadas según una pauta de archivo histórico, las imágenes o develaciones fotográficas de Graciela fungen como una historia que deviene suya: es su propia vivencia, no sólo de la realidad retratada, sino de su quehacer fotográfico mismo. Cada imagen es testigo de una denuncia, de una breve belleza encontrada en una pequeña comunidad, en un lugar recóndito del mundo. Una de las preocupaciones que notamos en la fotografía de Graciela Iturbide es su peculiar preocupación por la muerte, por retratar la muerte. En el mundo intelectual, la representación de la muerte o el mínimo intento por conceptualizar la muerte, resulta imposible. Pues la muerte siempre aparece como concepto límite, dada su condición de ausencia absoluta. Todo lo vivo puede representarse visualmente: la naturaleza, el universo, los hombres, las emociones, los actos, pero no la ausencia de estos. Explica Jean Luc Nancy, un pensador francés contemporáneo, que la “prohibición de la representación” no tiene nada (o poco) que ver con la interdicción de producir obras figurativas. Tiene todo que ver, en cambio, con la realidad o con la verdad más firme del arte, es decir, también y en última instancia, con la verdad de la representación que esa “prohibición” saca a la luz de un modo paradójico. Es no sólo imposible, dice Nancy, sino ilegítimo intentar representar la muerte y mucho más ilegítimo reproducirla fotográficamente. No obstante, el trabajo fotográfico de Graciela se aboca la labor, no sólo de llegar al límite del misterio de la muerte, sino de hacer un trabajo de duelo con la fotografía y mediante ésta. Para Graciela, es necesario que la mirada fotográfica revele su propio límite y se convierta, así, en la única capaz de retratar el límite de la representación, a saber, la muerte, su esencia, su promesa incumplida y su huella en quienes permaneces paralizados a su lado. ¿Qué hace la fotografía de Graciela Iturbide? Retratar la muerte, darle inmortalidad a la muerte reificada en cuanto imagen. ¡Si tienes oportunidad de verla, aquí te dejamos todos los detalles! Graciela Iturbide: Cuando habla la luz Palacio de Cultura Citibanamex – Palacio de Iturbide Madero 17, Centro Histórico Ciudad de México Del 23 de noviembre de 2018 al 12 de abril de 2019 De lunes a domingo, de 10:00 – 19:00 hrs Entrada libre @Citibanamex